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domingo, 27 de noviembre de 2016

[Cómics] Reseñas DC: DC Universe: Rebirth #1


Geoff Johns tenía ganas de poner las cosas en orden y con DC Universe: Rebirth #1 lo hace por la puerta grande. Un pequeño evento contenido en 80 páginas donde el guionista vuelve a hacer de las suyas mientras intenta traer de vuelta el legado perdido a una editorial que lo necesita como el comer. ¿Se trata de puro fan service o hay algo más detrás? ¡Qué comience la ronda de reseñas por parte del equipo DC!

¿Cómo pudimos olvidarlo?, por Gustavo Higuero

La sabiduría popular dice que no hay mal que cien años dure. Y es cierto.

Mucho se ha hablado ya de estos últimos cinco años de DC. Mucho sobre sus fallos y poco sobre sus aciertos, que los hay, pero si queremos ser objetivos el conjunto global de su Universo se ha visto muy dañado por romper de forma tan abrupta con el pasado, necesario para entender el presente y vislumbrar el futuro y más cuando tienes uno de los más ricos y variados de la industria. Pero no estamos aquí para hablar de estos últimos cinco años, sino para mirar con esperanza el nuevo horizonte que se ha abierto para todos los aficionados, no solo de DC, sino de los buenos comics.

Rebirth responde a una necesidad. Rebirth es un manual de uso para el Universo DC. Rebirth es una declaración de intenciones, una forma de entender los comics de superhéroes como hacía tiempo que no se veía, donde es posible rescatar acontecimientos pasados y darles sentido. Rebirth es un sueño, una esperanza, una emoción, un sentimiento que se clava dentro a cada página que se lee y es que sin emoción no hay historia que valga o héroe creíble que se precie. Rebirth es DC en estado puro, es el néctar concentrado de más de 75 años de historia, donde Johns nos descubre que nada se había ido y que siempre había estado ahí, escondido, esperando el momento adecuado para resurgir.

Johns vuelve a recurrir a Flash para cambiarlo todo. Flash, el personaje más importante de DC, asume el protagonismo para ir cosiendo la historia a su alrededor, mientras deja de lado a los pesos pesados y nos trae debajo de los focos a esos otros héroes, mal denominados secundarios, para construir un número donde todo está elegantemente planificado. El ritmo que imprime Johns a la historia es constante, como si un enorme metrónomo cósmico se encargara de ir haciendo avanzar, metódicamente, la narración dividida en cuatro partes bien diferenciadas con una estructura casi matemática, donde principio y fin son análogos y encierran el guiño al lector atento, donde el diseño global es un enorme homenaje a la propia historia de DC y todos sus autores.

La labor de orfebrería lingüística de Johns es más que notable a lo largo de las ochenta páginas que componen este número. Nos cuenta lo que quiere contarnos de forma directa, mientras rodea a la historia principal de una capa extra de meta lenguaje, capaz de atraer al nuevo lector, al espantado tras los últimos años y rescatar al lector de siempre, el que añora, no desde la nostalgia, la recuperación de la identidad perdida.

Todo se siente cohesionado, por mucho que estemos ante un proceso de cambio radical donde cada viñeta, cada texto, cada situación es capaz, por si misma, de aportar la dosis justa y necesaria de Universo DC en plena trasformación. Johns hace interesante el cambio, cuando son precisamente los cambios los que han llevado a DC a esta situación, cambios bruscos, mal desarrollados, donde las perlas se han hundido olvidadas por los lectores y los errores han pesado más que los aciertos. Da la sensación que Johns ha optado por hacer más un lifting al conjunto que un cambio radical, al tener muy claro que no se trata de dar carpetazo con todo, ya que el poso está ahí listo para poder usarse. Un golpe de timón que permita retomar el rumbo, con unas manos fuertes y curtidas que permitan controlar el barco, es lo que Johns ha hecho brillantemente al desenredar con exquisito cariño la madeja enmarañada en la que el Universo DC se había convertido.

Rebirth se ve potenciado, magnificado, gracias a los lápices de cuatro dibujantes de enorme talento y que aquí demuestran estar en su mejor momento de forma. Los cuatro, Gary Frank, Ivan Reis, Phil Jimenez y Van Sciver, desgarran las retinas del lector con sus lápices, en una orgía visual que vitamina la ya de por si musculada historia de Johns. Un conjunto de arte perfecto donde texto y dibujo se fusionan a nivel subatómico y no se puede comprender el uno sin el otro.

Muchos pueden pensar que se trata del enésimo golpe de efecto, otro evento, otra manera de llamar la atención a los aficionados con el que conseguir un poco de atención, que se diluirá pasado un breve espacio de tiempo y donde lo que se prometía no acaba por cumplirse. Están en su derecho ya que los acontecimientos pasados los avalan, pero ahora no es el momento del pesimismo sino de la esperanza, de ver esto como la puerta que se abre, el principio del cambio, el primer paso de un largo camino que solo puede traer cosas buenas.

Es momento para soñar.

Y es que cada segundo es un regalo.

Fuente: Zona Negativa


[Comics] Reseñas DC: Justice League: Darkseid War



JUSTICE LEAGUE: DARKSEID WAR

Por: Gustavo Higuero


La colección de la Liga de la Justicia es el buque insignia de DC, el sitio donde se reúnen los más grandes para vivir las más grandes aventuras enfrentándose a las más grandes amenazas. Todo es grande en esta colección y así nos lo ha ido mostrando Geoff Johns a lo largo de esta extensa etapa que ya llega a su final. Si tuvimos un comienzo, con el relanzamiento del Universo DC y sus 52 colecciones, algo insípido para las altas expectativas que habían generado en los lectores, con el paso de los meses y las diferentes tramas y eventos, Johns, ha sabido ir construyendo una sólida fortaleza a base de desarrollar historias con la que poder desplegar al máximo las capacidades de cada personaje.

Jonhs no es un guionista especialmente original y su estilo tiende a la repetición, pero es capaz de llegar siempre al lector con una férrea narración, un sentido del ritmo muy eficaz y sobre todo por su talento para la caracterización de la que hace gala. Sus historias son excusas, meros detonantes para poner en marcha las cosas con la que seguir añadiendo capas de personalidad a los personajes con los que decide trabajar. Y es que, en este arco final titulado La Guerra de Darkseid, el guionista tiene muy claro lo que quiere contarnos sin que el final llegue realmente a importar.

Johns empezó todo con Darkseid y lo termina todo con Darkseid. El villano por excelencia del Universo DC, un dios que encarna al mal que regresa de nuevo para sacar a la luz secretos perdidos en un enfrentamiento directo con el que puede considerarse el segundo gran villano de este universo de ficción: el Antimonitor.

Este duelo de titanes permite a Johns desarrollar unos acontecimientos que lleva cociéndose desde el evento de Maldad Eterna y el mismísimo pasado de las Amazonas. Una historia cargada de épica, drama, sangre, dolor, secretos, venganza, odio, pérdida, miedo, valor y muerte, en la que Diana, da voz a este crisol siendo en el centro de todo, asumiendo un claro liderazgo a lo largo de toda la historia con un excelente resultado.


El guionista se toma su tiempo para ir introduciéndonos en la historia. La narración es pausada, sin prisa, centrada en dar detalles que luego permitirán expandir más y mejor los propios límites de la trama. Partiendo de algo muy trillado, un clásico duelo entre entidades superpoderosas, teje un entramado que va generando una densa tela de araña en la que el lector queda irremediablemente atrapado. Cada página aporta un corpúsculo de información, un simple grano de arena, que permite que el interés no decaiga en ningún momento.

Pero la magia que hace Johns es la de contarnos una historia en la que ocurren muchas cosas, pero que ocurren alrededor de la Liga, mientras esta reacciona más a los acontecimientos como un mero espectador que aportando una verdadera solución al conflicto. Es como un circo enorme donde no importa lo que se haga, al final son solo los maestros de pista quienes determinaran de verdad lo que debe suceder. Un teatro donde se sube un telón de negro terciopelo y se muestra un secreto oculto, se desgarra un misterio, se siembra uno nuevo y se deja entrever el futuro de todo el Universo DC.

Si hay un guionista especialmente dotado para trabajar con muchos personajes y que cada uno tenga su espacio y su voz ese es Geoff Johns. Con sus textos la esencia de cada héroe y heroína está asegurada. Entiende a la perfección lo que cada personaje puede aportar y lo explota de forma útil para el conjunto global de la historia, de forma que cada uno se vea transformado por completo.

Puede dar la sensación de que hay ciertos aspectos de la trama que quedan algo descolocados, como si fueran un simple relleno, pero es sencillamente porque hay números especiales dedicados a desarrollar las subtramas de los nuevos dioses encarnados en la Liga de la Justicia, con guiones de Francis Manapul, Peter Tomasi, Rob Williams, Steve Orlando, Tom King.


Pero de nada serviría estar hablando de este magnífico trabajo de guion, si no hubiera detrás una labor gráfica que impresiona las retinas de cualquiera que le dedique unos instantes al cómic. Por un lado, tenemos a Jason Fabok en un estado de forma brutal. Sus páginas desprenden pura energía y complementan a la perfección cada palabra que Johns pone en boca de los personajes. Su estilo no hace sino evolucionar hacia un trazo más estilizado, una línea más suave y una mejorada capacidad para mostrar emociones faciales. Todo un espectáculo visual.

Acompañando a este gran dibujante tenemos también a Francis Manapul que se hace cargo de dos números de los diez que conforman este arco. Su estilo es diametralmente opuesto al de Fabok, llegando a resultar poco adecuado para el tono de la historia. Es como si Manapul no fuera capaz de captar esa épica que Fabok si es capaz de plasmar en sus lápices. Eso no quiere decir que el trabajo de Manapul no sea bueno, sino que tal vez no era el dibujante que esta historia precisaba.

Y en el también podemos disfrutar del dibujo de Ivan Reis, que ya ha agotado todos los adjetivos para describir su descomunal talento y a Oscar Jimenez, con un estilo muy mutado que lo hace casi irreconocible para todos aquellos aficionados que lo conocieran en Flash, pero que refleja a la perfección el tono oscuro de las partes que le han asignado para dibujar.

En resumen, se puede decir que el apartado gráfico está muy cuidado y que potencia enormemente lo que Johns quiere contarnos, no en vano hay docenas de viñetas que pueden pasar directamente a la historia por su espectacularidad.

Una historia que al finalizarla deja un impertinente picor en la cabeza y la sensación de que detrás de cada viñeta, plano, diálogo y argumento hay una planificación milimétrica, de cirujano, para construir una historia que permita cambiarlo todo. Johns ha estado trabajando desde muy atrás y siembra la duda de si todo esto no formaba parte de un plan mayor para llegar aquí desde los Nuevos 52. Parece complicado pensar así, pero no es muy descabellado visto el resultado final de esta contienda.

Fuente: Zona Negativa




[Comics] Reseñas DC: Superman: Los días finales de Superman.



SUPERMAN: LOS DIAS FINALES DE SUPERMAN

Por: Gustavo Higuero


Asumir el final de las cosas siempre es un proceso complicado. Asumimos bien muchos de los acontecimientos que acaban en nuestras vidas, pero hay un final que resulta perturbador por ser un túnel que a día de hoy no tiene salida y en el que todos parece que tenemos que entrar para no volver a salir. Ese final es el fin de nuestra existencia biológica, dejando atrás toda una vida de experiencias cargadas de alegrías, adornadas con sonrisas, y penas que producen ardientes lágrimas que abrasan nuestras mejillas.

¿Y si a ese final, a esa fecha de caducidad incierta, se le pone una fecha inminente?

No es fácil enfrentarse a algo así, ni siquiera para Superman, que envenenado por las fosas de fuego de Apokolips, la cámara de kriptonita de A.R.G.U.S y la batalla con Rao se enfrenta directamente a la muerte de esa forma, acercándose a su propia extinción de forma consciente y clara.

Superman se muere. Así empieza este arco en el que el escritor Peter Tomasi quiere contarnos la que es sin duda la última gran batalla de Superman. Tomasi arranca la historia con Superman en su Fortaleza de la Soledad, solo, rodeado de sus robots, sometiéndose a duras pruebas médicas, que no hace sino refutar algo que ya está claro y sin sombra de duda alguna. Una forma muy eficaz de arrancar lo que ya por el título el lector puede intuir y que pone en marcha los acontecimientos que nos llevarán a recorrer con Superman sus últimas acciones en la Tierra.

El conjunto global de la historia es muy interesante. Superman quiere dejar todo bien atado ante su marcha y decide ponerse en contacto con personas clave de su entorno que continúen, desde varios frentes, con su legado y salvaguardia de la Tierra. Tomasi rodea a Clark de dos figuras superheróicas, Batman y Wonder Woman, Bruce y Diana, que aportan el contrapunto racional de un hombre mortal que vive la situación en un angustioso silencio, mientras que Diana, inmortal, ve como su amado se va apagando lentamente mientras sigue siendo fiel a sí mismo y a todos a quienes juró proteger. Lo demás, lo que Tomasi aporta, no es sino paja que rellena los huecos para generar conflicto y acción por eso de ser fiel al propio género de superhéroes.


Tomasi acierta en el planteamiento, pero no concreta el desarrollo. Tenemos momentos donde el sacrificio de Clark es evidente, el sufrimiento de Diana queda más que patente o la estoicidad con la que Bruce parece sobrellevar la situación es clara, pero falta un momento para que Superman se mire al espejo y afronte con miedo su propio final. Es como si Tomasi no se atreviera a dar ese paso porque hacer tal cosa restaría heroicidad al que es el héroe entre héroes, cuando es justo lo que hubiera acabado por dar el adecuado punto de humanidad a Clark, preocupado, no solo por toda esa gente a la que ya no podrá proteger, sino por sí mismo y su inminente muerte. Tener miedo y superarlo hubiera dado más grandeza a Clark, mientras que Tomasi ya en las primeras viñetas de la historia despoja de un plumazo a Superman de toda duda asumiendo la realidad de su situación tan rápido que casi asusta. Esto, si uno realiza más de una lectura de estos comics, puede llevar a pensar que Tomasi distancia a Superman de sus propias emociones para mostrarlas a través de quienes lo van a rodear en su hora más oscura, Lois Lane, Lana Lang, Diana, Bruce, Kara… lo que demostraría un nivel extra de planificación e inteligencia por parte de Tomasi. Esta doble lectura deja abierta la puerta a que cada lector interprete este final como mejor crea o aún mejor, como mejor lo sienta, permitiendo que todas las emociones y el lado psicológico de la historia esté debajo de una primera capa de heroicidad tan brillante que pueda llegar a deslumbrar tanto que no se pueda percibir en una primera lectura.

Tomasi empieza y acaba de idéntica forma, con Superman demostrando por que es Superman. Al arrancar la historia lo vemos solo en su Fortaleza de la Soledad, al final está acompañado de todos cuantos sustentan al héroe y por tanto lo definen. Este contrapunto es de vital importancia para que todo el conjunto quede equilibrado.

Tomasi nos regala un final interesante para un Superman que nunca ha acabado de ganarse el favor del aficionado. Su puesta en escena al arrancar los Nuevos 52, su presentación en la Liga de la Justica, su actitud más bien arrogante (aunque se fue suavizando con el paso del tiempo) o su romance con Wonder Woman, ha despertado más desafección que cariño por este Superman que no era nuestro Superman. Tomasi nos acerca a este Superman un poco más y lo hace de tal forma que llega a despertar emociones el ver su sacrificio final. Decidir si es o no un final acorde a Superman, definitorio, o por el contrario es tan solo un final motivado por una sequía creativa entorno a este personaje que parece Superman, es tarea personal de cada lector y aficionado que decida acercarse hasta estos comics.


Hay que remarcar, antes de terminar, la excelente labor que lleva a cabo Mikel Janin en sus aportaciones a la historia. Su trabajo abre y cierra la trama y logra plasmar a la perfección la esencia de lo que Tomasi pretende llegar a transmitirnos. Janin en capaz de hablarnos con las facciones de los personajes, dejando que sean sus cuerpos y no los textos los que expresen de verdad las emociones que corren entre las viñetas. Un logro que a día de hoy está en manos de muy pocos dibujantes. Si Janin está ahora ya a este nivel, dentro de unos años será sin duda uno de los más grandes dibujantes de este género, sino lo es ya.

Los demás dibujantes cumplen con creces, tal vez siendo el menos interesante Ed Benes, pero Janin destaca por encima de todos con tal fuerza que resulta muy difícil no dejarse llevar por su trazo fino y ligero, cargado de expresividad y dinamismo, capaz de imprimir al conjunto una narrativa tan cinematográfica que sus comics son casi imágenes en movimiento.

Un final para Superman que convence en segundas lecturas, capaz de mostrarnos más en lo que no se dice que en lo que si se dice, para acabar de tal forma que nos hace sentir mal por haber denostado a este héroe que tan solo estaba intentado encontrar su sitio entre nosotros.

Fuente: Zona Negativa